Edad Moderna

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Introducción
La Edad Moderna en la Rioja tiene una rica expresión en la actividad artística que se desarrolla en torno al equipamiento de catedrales y monasterios, sobre todo de Santo Domingo de La Calzada y de La Estrella, con maestros locales y venidos de toda España y de otros puntos del Imperio, sobre todo de Borgoña y Flandes, con un estilo absolutamente nuevo respecto a todo lo anterior: el Renacimiento. Pero el desarrollo de los postulados del Concilio de Trento y el desempeño de cargos en distintos destinos de la administración imperial, promueve a partir del S. XVII la renovación barroca del lenguaje artístico, que se manifiesta en una rica arquitectura civil y los regalos traídos de Flandes o las Indias.
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A pesar de las indudables novedades políticas, jurídicas y administrativas que los Reyes Católicos introdujeron en su reinado para conseguir un estado fuerte, fue su nieto Carlos I quien realmente inauguró la Edad Moderna en España. Pero el cambio dinástico de Carlos de Austria, aunque significó la apertura de un gran periodo de esplendor que ha dado en llamarse Siglo de Oro, no fue ni fácil ni gratuito, pues las tensiones se produjeron y multiplicaron sin tregua dentro y fuera.

En el interior el enfrentamiento fue temprano con el levantamiento de los Comuneros en Castilla y de las Germanías en Valencia, y en el exterior la lucha fue constante con Francia por controlar Italia, en Flandes y Alemania por mantener las herencias familiares, y en todo el Mediterráneo por la presión turca. Y por si no fuera suficiente se añade una reforma religiosa promovida por Lutero que abre una profunda brecha en la forma de entender el mundo de los europeos. Y además está América en plena fase de exploración, conquista e institucionalización, a la que se añadirían en 1571 los intereses asiáticos representados sobre todo por las Filipinas.

Es evidente que ante un mosaico tan grande y tan dispar de cuestiones y sus problemas, era prioritario establecer unas instituciones fuertes y modernas que fueron posibles por la profesionalización de la administración y del ejército y el desarrollo de una política que contemplase todo el territorio.

Otra solución distinta alcanzó la cuestión religiosa, pues si Carlos I creía aun en el diálogo entre protestantes y católicos y promovió la convocatoria de un Concilio en Trento del que saliese una Iglesia renovada y unificada, lo cierto es que en 1563 se clausuró con las posiciones más enfrentadas y los estados definitivamente identificados con una postura religiosa.

La bonanza económica promovió grandes proyectos de carácter civil y nuevas construcciones religiosas a través de intervenciones personales o de cofradías. Es ahora cuando se hacen las grandes iglesias rurales o se dotan a las antiguas de retablos de estructura arquitectónica, con lenguaje artístico absolutamente nuevo inspirado por los cambios que se están llevando a cabo en Roma con la construcción de la Basílica de San Pedro: el Renacimiento.

En La Rioja se edifican las grandes iglesias de la provincia, de piedra en la Alta y de ladrillo en la Baja, se encargan grandes retablos de escultura, y se desarrollan los gremios de plateros y de bordadores al servicio de las manifestaciones devocionales y litúrgicas.

Y junto a los encargos hechos a arquitectos, entalladores y pintores locales, son comunes los nombres de otros venidos de fuera, incluso de origen ultrapirenáico, para trabajar en catedrales y monasterios, sobre todo en la de Santo Domingo de La Calzada y en el de La Estrella, que fueron a su vez cantera y escuela de artistas. En el Museo de La Rioja tenemos una amplia representación de la pintura y escultura de la época, con obras de Ansé de Bolduch, Andrés de Melgar, Navarrete el Mudo, o Pedro de Arbulo.

 Pero el Concilio de Trento fue también la base de las creencias del nuevo mundo católico, y su expresión en el arte que nunca como ahora se había manifestado tan cercano a los fieles, tan popular y tan identificado con las gentes, que cambia de nuevo de estilo para unificarse con esta postura: el Barroco de los siglos XVII y XVIII.

En La Rioja se observa este cambio en la rica arquitectura civil, y en una ampliación de la arquitectura religiosa con la construcción de altísimas torres y nuevos regalos que se traen de fuera por el desempeño de cargos en la Corte o en distintos lugares de la Administración del Imperio, con obras de procedencias lejanas, de los artistas de Madrid o Andalucía, o traídas de Flandes, América y Filipinas.

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